Ultimamente ser activista por los derechos de los animales no humanos, se esta convirtiendo en un autentico peligro. Estábamos acostumbrados a que nos llamen cosas como hijos de puta, pero no a sentir verdadero miedo físico por nuestra integridad. La primera vez que viví de cerca una situación angustiosa fue en Tordesillas cuando acudimos por primera vez un centenar de activistas a manifestarnos contra una salvajada como es que un toro sea perseguido y alanceado hasta la muerte; no fuimos linchados gracias al gran dispositivo de fuerzas especiales de la Guardia Civil. Después en Ampuero, el pasado año, donde hubo agresiones físicas y verbales a los activistas que también en este caso nos manifestábamos por la matanza . Este verano ha sido particularmente belicoso y se han sucedido múltiples agresiones a activistas en Salcedon, en Palma de Mallorca, en Colmenar Viejo...; se ha repetido este año en Ampuero, esta vez sin heridos gracias otra vez a la protección de la Guardia Civil. Los insultos o mostrar el dedo levantado se han convertido en el pan nuestro de cada día, hasta en Bilbao, donde las manifestaciones se vivian sin apenas incidentes; es difícil contenerse cuando además de proferirnos todo tipo de calificativos , sabes que allí van a torturar a 6 indefensos animales y ellos van a disfrutar con ese desagradable espectáculo ; pero no van a conseguir que el miedo nos haga desistir en nuestra lucha abolicionista. Cada día son mas las ciudades y pueblos de la geografía del Estado en donde las personas sensibles al maltrato que se suman a mostrar el rechazo a la crueldad institucionalizada
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