Por Julio Ortega Fraile
Martes, 02 de Febrero de 2010 00:49
Como agua de mayo, pretendiendo diluir la sangre en ella, les ha venido a algunos la detención de un presunto colaborador de ETA que en 2005, ocupaba el puesto 19 en la lista conjunta que presentaron PACMA y BERDEAK en las elecciones autonómicas de Euskadi.
Dicho sea de paso que desde ámbitos taurinos, se afirma que esta persona pertenecía al Partido Animalista, cuando ha quedado demostrado que no es así, pero eso les da igual, en la tauromaquia la verdad, es un valor tan poco respetado como el derecho del toro a no ser torturado, o el de los ciudadanos a no convertirse en testigos y mecenas obligados de semejante atrocidad.
Están crecidos pensando que han encontrado el estoque con el que asestar el descabello de gracia a la iniciativa por la abolición de las corridas de toros, pero que los supuestos antecedentes de una persona ni siquiera vinculada al movimiento antitaurino, sean la premisa a través de la cual llegan a la conclusión de que la corriente por la defensa del respeto a los derechos de los animales, es un escenario abundante en terroristas, tal y como aseguran, demuestra lo pobre y ruin del silogismo en el que basan el blindaje de su sangrienta fiesta, así como lo endeble por falaz de sus otros puntales: que es una tradición sagrada por lo rancia, artística y cultural, la desaparicion de una especie, el deterioro de las dehesas o que el toro no sufre.
Embustes ya desmontados uno a uno con datos científicos, ética y sensibilidad. Desde la Plataforma que impulsa la ILP, nadie tira de hemeroteca para utilizar como arma dialéctica ciertos sucesos, algunos con la tinta muy fresca: toreros detenidos por narcotráfico, violencia de género, caza furtiva, destrozos, agresiones y hasta homicidio.
Tampoco divulgan que detrás del torero apodado Chiquito de Amorebieta se escondía la identidad de Jon Idígoras, condenado y encarcelado por el Juez Garzón por colaborar con ETA. Se puede debatir libre e inteligentemente con argumentos razonados, o emplear tácticas sucias pensadas para intoxicar la conciencia de los ciudadanos deformando la realidad. La segunda estrategia, no nos puede asombrar en quienes se llenan los bolsillos con dinero, la mayor parte público, gracias a la agonía, larga, profunda y harto cruel de toros y a menudo caballos.
La abolición de la tauromaquia es algo que trasciende nombres propios, ya que liberaría a la sociedad de una costumbre primitiva y degradante ahorrando a las futuras generaciones tan vergonzoso legado. Y todo ello estructurado desde la más absoluta legalidad. Los colectivos contra el maltrato son reglamentarios, sus convocatorias cuentan con el permiso preceptivo y la ILP, es un proceso legítimo, que forma parte de los derechos del pueblo y se atiene al cauce establecido por ley. Porque disponemos de herramientas para expresar nuestras peticiones las utilizamos y ninguna pasa por el emplear la violencia. En definitiva, el principio que nos guía es precisamente la repulsa a la brutalidad y al ensañamiento con seres vivos, con todos. Otros no pueden decir lo mismo, y tal vez su indecente y chabacana maniobra, se deba a su temor a que los responsables políticos apoyen lo que constituye la lícita demanda de la mayoría de los ciudadanos. Acáso en el universo taurino crean que los siete de cada diez que rechazan las corridas son pistoleros, y que en Cataluña hay más de 180.000 etarras, los que con su firma apoyaron la presentación de la ILP ante el Parlamento. Julio Ortega Frailewww.findelmaltratoanimal.blogspot.com
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