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11 mar 2009

Mal toro Buena gente, articulo de El Periodico


Mal toro. Buena gente
JOAN BARRIL

Hoy les voy a hablar de algo que desconozco. Al fin y al cabo, no será la primera vez que un columnista se nutra para sus tesis o sus dudas de cosas desconocidas. Por ejemplo: los toros. Es mi obligación mostrar las cartas antes de la partida. A saber: no soy taurino y no siento ninguna afición por los toros. He estado en la Monumental de Barcelona en dos ocasiones. Una, desde las localidades más altas, acompañando a un amigo polaco. Otra, muy cerca de la barrera, viendo la exigua silueta de un matador llamado Dámaso González arrimando el cuerpo a un animal enorme de más de 500 kilos. Por lo demás, considero que los toros son un espectá- culo que nos envilece a aquellos que acudimos a la plaza. Nada que ver con los supuestos derechos de los animales, porque nunca sabré la diferencia entre el derecho del toro y el de la langosta o el de la mosca cojonera. Para mí, los toros son un espectáculo vil precisamente por su condición de espectáculo. Pagar para ver la muerte del toro no me reconcilia con lo que yo espero de la especie humana. Y cuando veo cómo personas respetables en el Congreso de los Diputados o en cualquier otro foro pretenden ensalzar a un determinado personaje a los gritos de "¡torero, torero!" me gustaría cambiarme de país.

Algunas veces me piden que firme algún manifiesto en contra de la denominada "fiesta". La última vez fue por la cuestión de la iniciativa legislativa popular. Pero pensé que el hecho de que los toros me produzcan repugnancia no conlleva que haya de abogar por su prohibición. Porque en la plaza se mata a los toros, es cierto. Y también se mata una cierta dignidad civilizada. Pero en las prohibiciones se mata la capacidad de diálogo, de tolerancia o de tradición mal entendida. Demasiadas prohibiciones llevamos asumiendo en estos últimos años como para que ahora la emprendamos contra los toros y su industria.

Todo eso viene a cuento porque un torero de renombre llamado José Tomás acaba de anunciar que el próximo 5 de julio va a cepillarse en la plaza de Barcelona a seis toros, seis, que debe de ser la máxima proeza que se espera de un matador de toros. El diestro madrileño, porque debe de torear con la izquierda y es de Madrid, considera la de Barcelona una plaza muy especial porque ha sido aquí donde ha logrado los principales éxitos de su carrera. Y añade Tomás: "Aquí se quiere coartar la libertad de los aficionados. Por eso estoy aquí, en señal de gratitud".

Y, llegado a este punto, debo decir que yo también estoy más cerca de los espíritus agradecidos que de los prohibicionistas. No estoy en absoluto de acuerdo con el oficio de To- más, pero, en cambio, me acerca a él ese pequeño tono reivindicativo con aquellos que aprecian su labor y que, sin embargo, se sienten coartados en las leyes y en la calle por gente que no opina como ellos. Las plazas de toros son ámbitos cerrados de acceso voluntario. Se trata de ámbitos legales sustentados por el importe de las localidades que la gente, voluntariamente, entrega en taquilla. Tomás quiere hacer un acto de apoyo a los espectadores que, pacíficamente, acuden a los cosos. Me parece tan irreprochablemente democrático como la subvención a una función de teatro griego o la contribución a un encuentro de fútbol de mi selección catalana.

Si los toros han de desaparecer, que sea por el mercado. Si el agradecimiento ha de ser como el de José Tomás, bienvenido sea, a pesar de su causa. No por no aceptarla se ha de prescindir de la buena gente.

http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=593733&idseccio_PK=1006&h=

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