19 abr 2009
CAZA, VENENO Y SEPRONA
FOTO DE ARCHIVO
La utilización del veneno por parte de algunos delincuentes ambientales sigue siendo una triste realidad en Galicia.
BENITO GARCÍA - SANTIAGO
Los perros son la especie animal más afectada por la presencia de cebos envenenados en el monte. FOTO: Antonio Hernández
Los perros son la especie animal más afectada por la presencia de cebos envenenados en el monte.
Muerte de perros, de lobos o de zorros han sidolas consecuencias aparentes durante los últimos años. Sólo apa-rentes ya que, tras esas “victorias” de estos “valientes” imbéciles,está la muerte en cadena de decenas de animales que se ven afec-tados en un ciclo sin fin.
Si grave fue la reaparición de los cebos envenenados para cargar-se ilegalmente lobos en determinadas zonas ganaderas, tan preo-cupantes son las repetidas noticias sobre muertes de animales (especialmente perros y, particularmente, perros de caza) en nuestros montes, como consecuencia de acciones injustificadas e injustificables. En los últimos diez años, el SEPRONA detectó 130 casos de animales muertos tras la ingesta de cebos envenenados. Ante esto los especialistas de la Guardia Civil, y según la información facilitada este jueves por la Fiscalía Superior de Galicia, propone comouna de las soluciones imponer sanciones contundentes a las sociedades gestoras de los terrenos de caza, como la prohibición temporal de la actividad o la supresión de ayudas públicas.
Una gran parte de los delincuentes que promueven estas acciones miserables empiezan a conseguir su objetivo gracias al SEPRONAy a la Fiscalía. Acusar o responsabilizar únicamente a los propietarios de los cotos de caza o a sus gestores de la aparición de los cebos es una simplificación tan temeraria como imputar, únicamente, al propietario de una finca por una pelea producida con el dueño de la de al lado, después de que el segundo invadiese la suya con una plantación de nabos y aprovechase la coyuntura para desplazar el marco un par de metros. La colocación de veneno (especialmente en montes pertenecientes a cotos de caza de las provincias de A Coruña y Pontevedra) está habitualmente relacionado con rencillas sobre propiedades y derechos de uso de determinadas tierras o con venganzas de “vecindad”, cuando no lo está con agricultores o ganaderos que (en una inculta irresponsabilidad, similar a la quema de rastrojos en pleno agosto) pretenden convertirse en reguladores de las poblaciones de depredadores. Pensar que los cazadores de un coto son los promotores de la colocación de veneno en su propio terreno es, cuando menos, una arriesgada simplificación.
Más vigilancia y control (no solo cuando media una denuncia), más investigación y más sanciones efectivas aportarán mejores frutos que simplificaciones del problema. Los propietarios de los terrenos de caza deben, igualmente, convertirse en “colaboradores efectivos” del propio SEPRONA denunciando y colaborando en las investigaciones. Los perros de los cazadores o de los que paseamos por el monte con perros de compañía, son los primeros objetivos de esta indiscriminada “arma” de venganza con la que algunos indeseables dirimen sus rencillas.
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